Hace muchos años que mantuve una bonita amistad con Ho Van Lang, el verdadero Tarzán en la vida real. Mi experiencia con él en 2015 cuando juntos volvimos a la jungla donde vivió durante toda su vida, aislado del mundo exterior fue ampliamente relatado en este extenso artículo. En aquel año, Lang me enseñó ‘su mundo’ donde sobrevivimos durante una semana. Al acabar, yo le prometí que algún día le mostraría ‘mi mundo’ en las islas desiertas y sobrevivir juntos en alguna de ellas.
FALLECIMIENTO DE SU PADRE
En 2018, Lang estaba pasando por unos meses muy difíciles después de la muerte de su padre -3 de Noviembre del 2017- con el que convivió 40 años en la jungla, además de ser su única compañía y referencia. Pensé que era el momento para ayudarle a desconectar del pueblo donde residía desde 2013 después de que padre e hijo fueron capturados.
Además, Lang tenía curiosidad por saber cómo era el mar y sobre todo por volar: Durante toda su vida aislado en la jungla su único contacto con el mundo exterior eran los aviones que a veces cruzaban el cielo. Su padre le explicó que no eran pájaros, sino objetos huecos donde había humanos en su interior. Por eso siempre tuvo fascinación hacia ellos.
TRAYECTO HASTA LA ISLA
Durante el largo viaje hasta la isla desierta Lang descubrió muchas nuevas cosas por primera vez, como la de ver una gran ciudad desde la distancia mientras hacíamos noche en el hotel cerca del aeropuerto, por supuesto evitando en todo momento enfrentarse a ella o caminar por sus calles. Siempre tuve miedo a que el impacto emocional de verse en el bullicio de la ciudad hubiese sido demasiado fuerte para Lang y no hubiese podido disfrutar la experiencia en la isla desierta posteriormente, que era de lo que se trataba.
Al día siguiente pudo subirse a un avión y por fin ver el mundo desde arriba. Lang miraba a las nubes, y otras veces hacia a las hélices. No conseguía entender como ese enorme objeto podía avanzar suspendido en el aire.
Más tarde vería el mar por primera vez. De pie en la orilla, observó impertérrito la inmensidad del océano que parecía no tener fin el horizonte. Lang había vivido toda su vida escondido en el interior de la selva vietnamita. Sólo había oído sobre la existencia del océano a través de su padre.
Al día siguiente se subió por primera vez en un objeto flotante. El barco que nos llevó hasta la isla desierta en una travesía de pocas horas mientras se escoraba levemente de un lado a otro. Lang se sintió algo aterrado, constantemente agazapado en el centro del barco y agarrado a las maderas. Verse rodeado solamente de agua era la última situación que se hubiese imaginado. De hecho fue lo que menos le gustó de la aventura a la isla. Según Lang en el avión siempre se sintió seguro porque apenas se movía.
Según se iba apreciando la silueta de la isla desierta, Lang la observaba sin entender que era exactamente. Cuando aterrizamos en ella, a Lang se le iluminó la cara. Allí había árboles, animales, naturaleza….en definitiva… hogar. Rápidamente se subió a una palmera y bajó varios cocos. A partir de entonces comenzaron varios días inolvidables sobreviviendo con el verdadero Tarzan en un entorno novedoso para él.
SOBREVIVIENDO EN LA ISLA DESIERTA
La primera noche le costó dormir pensando que la isla se podría hundir en cualquier momento. Pensaba que la isla entera era otro barco como el que nos trajo ese día. De hecho, durante el trayecto, todas las islas que veía en la distancia flotaban para él.
Entre otras anécdotas, lo que más me hizo reír fue al ver que por la mañana, recién levantado y con sed, ante la pereza de abrir un nuevo coco, Lang intentó beber directamente el agua del mar, y llevándose la sorpresa de que estaba salada.
Todos esos días con Lang fueron una experiencia inolvidable. Lang había pasado los primeros 40 años de existencia ajeno a todas aquellas ‘cosas’ que existían en ‘el otro mundo’. Todas aquellas ‘cosas’ estaban ocurriendo mientras su vida transcurría pacíficamente y sin interferencias. ‘Cosas’ a las que estamos acostumbrados y que durante esos días Lang las fue descubriendo poco a poco. Era como ver a través de los ojos de alguien del pasado observando como vivimos hoy en día.
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